25 - 28 de Junio de 2010: Viaje en la 4ª y 5ª Región

Se nos presentó un fin de semana largo. Así que organizamos un viaje hacia el norte con unos amigos que conocimos haciendo dedo en la carretera austral. En el último momento Marie no se sintió con suficientes fuerzas, y prefirió quedarse descansando en casa.

Me encontré con Deborah y Francisco el viernes en Rancagua, a mitad de camino desde Curicó a Santiago. Es la principal ciudad de la 6º Región, y aunque pasamos siempre por ella, nunca nos hemos detenido a conocerla. Ni siquiera cuando fuimos de visita a la mina de Sewell, de los principales atractivos de la zona.

Llegué demasiado tarde para conocer la ciudad, pero no así su ambiente nocturno, por lo que me llevaron a conocer un bar de los que crean afición y que hacía mucho tiempo que no podía disfrutar. El Viejo Rancagua, un bar con muy buena onda, música en directo, ricos tragos y comida y buena compañía, ¡¡no se podía pedir más!!.

A la mañana siguiente partimos dirección a la costa sin demasiada "caña mala". No tardamos mucho en llegar al mar junto a Papudo, y a mediodía ya estábamos en Zapallar, donde comimos una rica paila marina. Esta zona destaca principalmente por sus calas rocosas y playas de arena, aunque su cercanía a Santiago a hecho que se encuentre muy saturada de edificaciones, por lo que se pierde parte de su encanto.

Continuamos por la carretera que bordea la costa hasta llegar a Pichidangui, justo en el momento en el que atardecía, disfrutando así de unas bonitas vistas. Nos alojamos en unas cabañas y después de tomar unas ricas once, salimos por el pueblo aunque no ofrecía muchas opciones.

Al día siguiente continuamos hacía el norte, desviándonos esta vez hacia la zona interior. Pasando por paisajes con grandes contrastes, donde se mezclaban valles fértiles con abundantes cultivos de paltas con otros lugares más áridos. De camino visitamos la Reserva Nacional Las Chinchilas, que protege un área donde abundan varios tipos de roedores.

Después de esto emprendimos el camino de regreso, pero finalmente decidí continuar viajando en solitario un poco más. Me dejaron en el cruce con la panamericana, y continué andando hasta un punto de peaje donde había más opciones para hacer dedo. Un rato esperando que se hace eterno cuando estas solo y ves que pasa el tiempo, pero por suerte no fue demasiado y conseguí llegar hasta el cruce con el parque nacional al que me había propuesto llegar. El problema era que estaba anocheciendo y la entrada del parque se encontraba a más de 25 km. Tente otra vez a la suerte y conseguí parar otro auto que me permitió avanzar algo más. Sin posibilidad de seguir por la oscuridad absoluta, finalmente encontré un sitio para acampar junto a unas casas.

Una vez de día vi más claro que no iba a ser tan fácil llegar al Parque Nacional Bosque de Fray Jorge, pues se encontraba más lejos de lo que pensaba. Pero no era momento para volver atrás y pensé en llegar caminando tranquilamente, aunque la monotonía del paisaje no acompañase. Después de un par de horas caminando, vi el primer coche del día llegar a lo lejos y no me lo pensé demasiado para levantar el dedo. Desde la caja de la camioneta todo terreno las expectativas cambiaron, y sin mucho esfuerzo conseguí llegar a la ansiada reserva.

La peculiaridad de esta área de protección es el bosque húmedo que presenta, y que es único tan al norte. Aparece en una zona árida repleta de cactus, pero gracias a una particular neblina se mantiene como un bosque relíctico, típico del sur de Chile.

El parque no ofrecía nada más de interés y ni siquiera se podía acampar, así que aprovechando la cortesía de la pareja con la que visite el bosque, me baje con ellos hasta Santiago y puse fin al viaje.

Viaje 4 y 5 Región
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