8 y 9 de Febrero de 2010: Ruta 40 del Paso Huemules hasta El Chaltén

Continuo el relato donde lo dejo Marie, justo en el límite entre Chile y Argentina, y más exactamente en el desértico paso fronterizo de Los Huemules.
Tras las desalentadoras palabras de los carabineros, que dudaban de que alguien que cruzase este paso  nos llevase hasta la ciudad de Perito Moreno, ya no sabíamos que hacer, pues pasaba el tiempo y comenzaba a hacerse desesperante estar en un sitio tan inhóspito y lejos de cualquier parte. Pasaron 2 horas sin que apareciese ningún vehículo, pero finalmente vimos acercarse desde el horizonte chileno un par de autos, a los que casi me lanzo corriendo si no llega a ser por Marie, siempre más tranquila que yo en estos casos.
Así que esta vez le tocó a ella hacer de negociadora para intentar conseguir unas plazas para escapar de la prisión donde nos encontrábamos, aprovechando que tenían que bajar del vehículo para pasar el control migratorio.
La suerte por fin se puso de nuestro lado, ya que un matrimonio chileno se dirigía justo en la dirección que queríamos, y después de un momento de reflexión que se me hizo eterno, aceptaron adoptarnos en su camioneta.
Ya mucho más relajados pudimos entablar conversación con la agradable pareja, procedentes de la Región de Aysén, mientras dábamos nuestros primeros pasos sobre ruedas en la Patagonia Argentina.

El cambio de paisaje entre ambos países fue radical, pasando de zonas montañosas con abundante vegetación arbórea a la más pura estepa, donde el horizonte parecía no terminar nunca. Aunque lo que a primera vista parecía un paisaje desértico, se nos fueron presentando muchas sorpresas en forma de una increíble vegetación adaptada a condiciones extremas de viento y sequía, y una variada fauna compuesta por guanacos, ñandúes, flamencos y rebaños de ganado.

El viaje hasta la ciudad de Río Mayo trascurrió por un duro camino de ripio, y después de 2 horas nos despedimos de la pareja, ya que continuaban su viaje hacia el norte. 

De nuevo teníamos que buscar la forma de continuar bajando más al sur, y esta vez parecía más fácil, ya que nos encontrábamos en un lugar poblado y con un servicio de buses hasta la ciudad más grande de la zona, que era Perito Moreno. Pero como era de suponer, sólo había un bus al día y hasta el día siguiente no salía otro. Así que como no teníamos nada mejor que hacer, y aún no era de noche, continuamos tentando a la suerte con nuestro pulgar levantado. Ya estábamos pensando en donde pasar la noche después de otra larga espera sin resultados, cuando una furgo se paró para preguntarnos como llegar a Perito Moreno, y casi se me escapa decirles que si nos podían llevar antes de responderles, pero me relaje un poco y siendo muy amable les indique tranquilamente. Se lo pensaron un poco, dieron media vuelta y fueron a repostar combustible. Casi pierdo la esperanza, pero al rato vuelve a aparecer la misma furgo, que lentamente se acerca a nosotros, aunque con un movimiento de negación de sus ocupantes. Esta vez si que me falto poco para desesperarme, y solo lo evito la sonrisa en la cara del chofer, que delato a los buenos actores, y alegremente nos invitaron a subir y añadirnos a un autoestopista más que iba con ellos. 

El grupo furgonetero quedo finalmente formado por los 3 turistas suizos (un padre viajando con su hija y una amiga), el otro autoestopista que resulto ser francés y nosotros dos. Alegremente pudimos continuar la ruta muy bien acompañados, aunque con algún imprevisto como el pinchazo de una rueda. Por fin logramos alcanzar el ansiado objetivo del día, llegar a la ciudad de Perito Moreno. El viaje fue largo, llegando ya de noche, y decidimos que lo mejor sería ir a descansar. Aún nos quedaba un extenso tramo de más de 800 km. hacia el sur para arribar al siguiente lugar de interés: el gran glaciar del mismo nombre... 

Gracias a la oficina de turismo que estaba abierta hasta las 12 de la noche, pudimos informarnos sobre los campings y los buses al día siguiente hacía el sur. La gran sorpresa fue que durante la cena en el camping conocimos a un grupo de argentinos, entre los cuales se encontraba un matrimonio que se dirigía en la misma dirección que nosotros. Así que después de comprometernos a estar en pie a las 7 de la mañana, nos fuimos a dormir con un problema menos en el que pensar.

Esta vez si que la suerte se cebo con nosotros, puesto que a parte de tener resuelto el transporte hacia el sur, se sumo la compañía de una pareja de argentinos de lo más agradable. Con ellos pudimos visitar además uno de los enclaves arqueológicos más importantes de Sudamérica, La Cueva de las Manos, que se encuentra en un increíble cañón.

El resto del recorrido trascurre por un monótono paisaje, salpicado de algún cerro o río aislado, y sobre todo fuertemente sacudido por un viento constante. Y así, después de 10 horas de viaje ininterrumpido y más de 600 km. hicimos un alto en otro punto destacable, El Chaltén; pero eso ya es otra historia ...

 

Ruta 40
1 Response
  1. All Says:

    Joe poquita suerte teneis. Espero que cuando pincharais con la furgoneta contarais aquella vez que en marruecos quedasteis atrapados en la nieve.

    P.D: una pena que no pongais fotos de la hija del suizo XD


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