22-28 de Febrero de 2010: Circuito de los Cóndores II

6 día: Termas - Valle del Indio (22 km.)

3:34 de la mañana. Siento como el suelo comienza a temblar, primero suave y poco a poco va aumentando de intensidad. Mil pensamientos se me pasan por la cabeza, pero realmente no sé que está ocurriendo. Miro a mi compañero de carpa y me tranquiliza al decirme que es un terremoto, algo normal en Chile. Pero cada vez el movimiento es más fuerte, acompañado además de un ruido indescriptible que proviene del interior de la tierra, y parece no acabar nunca. Se escuchan varios desprendimientos en los alrededores y un sonido semejante a una explosión en dirección a los volcanes. Esto finalmente hace que nos pongamos en alerta, ya que no paro de pensar que el volcán va a entrar en erupción, pero progresivamente la intensidad del temblor va bajando y todo vuelve a la calma.

La noche se hace eterna, pues continua habiendo temblores aunque menos fuertes. Una vez empieza a amanecer ya estamos todos en pie, dispuestos a continuar nuestro camino sin demora, pues lo que ha ocurrido no es normal y lo mejor es regresar lo antes posible.

Al grupo se suma una pareja de polacos que llegó el día anterior, y que piensan completar el circuito al igual que nosotros. Nadie conocía la ruta, pero con los mapas y las indicaciones de los arrieros esperábamos no tener problemas.

Empezamos siguiendo el curso de un río, que teñía de verde un paisaje por lo general desértico. Todo el camino cruza lugares de belleza insólita, que hacen que nos sintamos por momentos en la luna. Después de 4 horas se nos presentó una bifurcación de caminos, y optamos finalmente por tomar dirección este, ya que parecía el más corto para regresar.

No había una ruta clara, pero por orientación sólo nos quedó dirigirnos siempre hacia el este. De esta forma, no encontramos más salida que la de ir remontando los cerros que se nos presentaban de frente. La sorpresa fue que, una vez en la cima de uno de ellos, conseguimos tener una vista clara de los volcanes, que aparecían con grandes fumarolas. Esto hizo aumentar el nerviosismo en el grupo por el miedo a una posible erupción, sumándose al riesgo de que ocurriese una replica mientras caminábamos y se produjera algún desprendimiento de rocas.

Subiendo y bajando montañas, pero sin saber seguro donde nos encontrábamos, cada vez se iba haciendo más tarde y el cansancio se notaba en el grupo. Además pensábamos continuamente en la preocupación que debía tener nuestra gente, si por casualidad se enteraban de lo que estaba pasando en la montaña. Después de avanzar algo más, logramos ubicarnos más o menos, y en un último esfuerzo alcanzamos otra cima más, viendo por fin el comienzo de un valle que esperábamos que fuese el Valle del Indio, ya cerca del Parque Inglés, nuestra meta.

Una vez allá, se consiguió captar señal de radio, y fue cuando nos quedamos paralizados al escuchar la verdadera magnitud del terremoto. Las noticias no estaban del todo claras, pues la luz y las comunicaciones de casi todo el país estaban cortadas, pero no eran para nada esperanzadoras. Sólo se hablaba de pueblos destruidos y miles de desaparecidos. Esto realmente cambiaba la situación, siendo el único objetivo llegar cuanto antes a reunirnos con nuestra gente.

El problema era que ya estaba anocheciendo y poco más se podía hacer, por lo que decidimos que lo mejor era descansar y recuperar fuerzas para conseguir llegar al día siguiente. Descendimos hasta el valle donde encontramos un buen lugar para pasar la noche, acompañados todos de una gran angustia.

7 día: Valle del Indio - Parque Inglés (17 km.)

Otra noche llena de pensamientos que apenas nos permitió dormir, aunque al menos pudimos descansar las piernas. Nos obligamos a desayunar algo, pues no pensábamos parar hasta que llegásemos a nuestro destino. El paisaje de día dejaba pocas dudas de donde nos encontrábamos y, nada más comenzar a caminar, empezamos a ver los primeros signos de civilización. Al no encontrar ningún sendero pero si el principio de una pista forestal, decidimos seguirla, pues probablemente llegase hasta el Parque Inglés, aunque no aparecía en el plano.

La marcha se hizo fácil por la amplia pista y además era en bajada, comenzando poco a poco a internarse dentro de un denso bosque. El entorno era agradable pero las ganas de disfrutarlo no acompañaban, y solo había un único pensamiento.

La vista de una casa y el ruido de una motosierra nos alegró al indicarnos que ya estábamos cerca de algún sitio habitado. Pero nuestro avance se detuvo por una valla metálica que rodeaba toda la propiedad, llevándonos de vuelta al triste mundo real con sus propiedades. A lo lejos se acercó el propietario, que de malas maneras nos abrió el portón. Por la situación no apetecía entrar en una discusión, pero me quedé con ganas de decirle algo ...

El Parque Inglés apareció ante nosotros: algunos grupos de campistas se bañaban en las pozas y se divertían como si no hubiese pasado nada. Aunque la llegada de los carabineros y sus noticias procedentes de la ciudad nos volvieron a poner en nuestro sitio. Se comentaba que por una parte era mejor quedarse en el parque, pues en la ciudad no había agua ni abastecimiento de comida, pero nosotros sin duda decidimos bajar en bus.

El resto de la historia está narrado ya por Marie, pero resumiendo todo el grupo felizmente consiguió reencontrarse con sus familias y conocidos, y yo igualmente con Marie y todos los demás, por lo que sólo hubo que lamentar perdidas materiales que visto lo ocurrido carecen de importancia.


Circuito Condores II
1 Response
  1. All Says:

    Lo de las fumarolas del volcán decir que da cague es decir poco.


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